¿Toda la IA vale la pena?

Estamos viviendo la fiebre del oro 2.0, pero con menos palas y más promesas tecnológicas. La IA se volvió el nuevo “tenemos que estar ahí”, incluso cuando no hay una razón clara para estar. Empresas lanzan comunicados, suben acciones y se autopremian por integrar “inteligencia artificial”… cuando en realidad solo pegaron un chatbot en su sitio y lo llaman “revolución”.
Lo curioso no es que eso pase, sino que muchos lo compran. Literalmente. Invierten tiempo, dinero y fe en soluciones que apenas son funcionales, y que en algunos casos ni siquiera resuelven el problema para el que fueron diseñadas. Pero como tiene el sello de “IA”, parece suficiente. Spoiler: no lo es.
Herramientas de IA que prometen el cielo… y apenas entregan un PDF
Hay productos que parecen diseñados para impresionar a inversionistas más que a usuarios reales. La generación de contenido con IA, que hace unos años parecía brujería, hoy está hasta en el Excel. Entonces, ¿por qué seguimos cayendo ante herramientas que venden lo básico como si fuera innovación de otro planeta?
La respuesta es simple: el marketing de la IA está ganando la batalla. Venden espejitos con etiquetas de “automático”, “predictivo” o “inteligente”, aunque detrás solo haya una receta vieja con maquillaje nuevo. Algunas soluciones incluso dificultan procesos que antes eran simples. Otras desaparecen tras su hype inicial, dejando a sus usuarios con flujos rotos y cero soporte. La mayoría ni siquiera responde a una necesidad real. Y lo peor: muchas empresas las implementan sin revisar implicaciones legales, éticas o de privacidad.
¿Realmente necesitas esa nueva herramienta “inteligente”?
Aquí es donde toca bajarse del tren del FOMO y hacerse la pregunta incómoda: ¿esto me sirve o solo me emociona? Si la herramienta no mejora tu productividad, no se adapta a tu ecosistema o ni siquiera puedes probarla sin ser parte del club privado de su CEO, probablemente no sea lo que necesitas.
No se trata de despreciar la IA. Al contrario. Pero tampoco se trata de creer que todo lo que lleva ese nombre es automáticamente útil. Las buenas herramientas no gritan su valor: lo demuestran. Y casi siempre son las que integran sin fricción, aportan claridad y tienen casos de uso reales. Lo demás es decoración… cara.
TE PODRÍA INTERESAR: ¿Inteligencia Artificial (IA) para crear contenido?
Invertir con visión: IA con estrategia, no con antojo
La IA útil no llega a gritos, llega con propósito. Las empresas que invierten bien en esta ola no son las que compran por moda, sino las que se preguntan: ¿esto resuelve algo real para mi equipo, mi audiencia o mi operación? Si la respuesta es sí, adelante. Pero si estás comprando porque “todos lo están haciendo”, tal vez solo estés pagando por ver humo con efectos especiales.

Debe estar conectado para enviar un comentario.